La historia no siempre ha sido amable con Freudenstadt: el fuego, la guerra y la peste han asolado el pequeño pueblo de la Selva Negra a lo largo de los siglos. Los habitantes lo han reconstruido una y otra vez, siempre un poco más bonito, de modo que hoy es una verdadera joya.

Freudenstadt es muy famoso por su mercado: es el más grande de Alemania, casi cuadrado, repleto de llamativos edificios históricos y sobre todo de bonitas casas con sus arcadas, donde te esperan decenas de pequeñas tiendas. El ambiente es ligero y alegre gracias a 50 fuentes de agua que proporcionan un clima agradable en verano. Con la iglesia protestante del pueblo, la plaza tiene un atractivo especial: sus dos naves están en ángulo recto entre sí.

Y en general, la Selva Negra: una naturaleza abundante con amplios, salvajes y románticos bosques de abetos ofrece posibilidades de deporte y recreación en abundancia. Y por supuesto los típicos pueblos de la Selva Negra donde se cultivan y celebran las costumbres y festividades. Todo esto se puede ver particularmente bien desde la carretera de la Selva Negra. En 60 kilómetros desde Freudenstadt hasta Baden-Baden se pueden disfrutar de las más magníficas vistas de los valles. Por cierto, también se abren en la Friedrichsturm, una torre de observación a 739 metros sobre el nivel del mar, que fue construida para el 300 aniversario de la ciudad. Se encuentra en la zona del balneario de Kienberg, que también recompensa a los que prefieren quedarse en el suelo: Porque aquí, el camino de rosas más alto de Alemania te espera con aromas y colores embriagadores.

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